¿Cómo nació la idea de este libro?
No lo pensé como libro durante mucho tiempo. Simplemente fui escribiendo poemas sueltos, paulatina y erráticamente, hasta empezar a preguntarme por cómo se estaban conversando entre sí. La relación con mi país de origen (Estados Unidos), la migración deseada (a México), los vínculos amorosos, la decisión de tener hijes o no, el impulso de crear algo (poemas, música): todo estos hilos conductores se me fueron revelando y resaltando sobre la marcha.
¿Qué descubriste en el proceso de escribirlo que no imaginabas al inicio?
Descubrí un deseo de experimentar con la forma, y también con el despliegue visual de los poemas sobre la página. En su técnica y su estilo, Poquita fe es un libro más variado que los anteriores. Esa variedad tampoco fue intencional, sino una búsqueda que se fue dando orgánicamente a lo largo del tiempo. Otro descubrimiento fue la experiencia de escribir un poema directamente en español por primera vez.

¿Qué partes tuvieron que quedarse fuera para que el libro quedara como está?
Varios poemas que llegué a sentir más como ejercicios, ensayos de poemas que sí quedaron.
¿Qué conversaciones, lecturas, imágenes o sonidos se cruzaron en la escritura de este libro?
Para mencionar sólo algunas cosas que llegaron a filtrarse ahí: Lightnin’ Hopkins, Bach, Héctor Viel Temperley, 1491: New Revelations of the Americas Before Columbus (Charles Mann), “Reproductive Labor” (Holly Melgard), las bandas que tocan en la Muerteada de San Agustín Etla, y conversaciones incontables con amigues sobre cómo tomar decisiones vitales –y cómo seguir viviendo con lo que decidamos.

¿Hay una emoción o pregunta que lo atraviese de principio a fin?
Siempre me interesa cómo el lugar –cualquier lugar, ya sea nuestro lugar de origen o el lugar donde elegimos vivir– nos define, nos rebasa y nos atraviesa, así como hacen las vidas de las demás personas que están ahí. Me conmueve infinitamente ese tejido tan misterioso.
¿Hubo un momento en el que sentiste que el libro cambió de rumbo?
Cuando entendí que estaba escribiendo, casi por primera vez, sobre mi país de origen.
¿Cómo cambió tu manera de leer o de mirar después de terminarlo?
Llegué a asumir, creo, algo más dura en mi propia manera de mirar, y de mirarme.

¿Qué autorxs te inspiran últimamente y qué encuentras en su forma de escribir?
Los últimos dos libros que leí, novelas ambas, me volaron la cabeza. Son Small Rain, del escritor estadounidense Garth Greenwell, y Zama, del argentino Antonio di Benedetto. De Greenwell, además de la agudísima sensibilidad de su atención emocional y social, me alucinan su sintaxis, su música tan abarcadora y variable, su absoluta elegancia al rastrear el pensamiento de su protagonista. Y de Zama, me encanta que ningún adjetivo sea nunca el que esperas. Es un estado de una sorpresa tras otra.
¿Cuál es tu restaurante favorito y qué nos recomiendas pedir?
Maíz de Cacao. Amo las albóndigas de boda y el tamal de chocolate.

