Esa actitud de “sorry”.
Ese “ya me fui”.
Esas ganas de que esté ahí, para cuando tú quieras.
Ese mensaje casual para ver si estoy disponible.
Esa falsa disponibilidad tuya.
Ese “se me acabó la pila”, “me quedé dormida” o “tengo un
chingo de trabajo”.
Ese “ojalá nos veamos pronto” (que parece “ojalá me veas, tonto”).
Ese “te marqué y no me entró”.
Ese “eres lindo”.
Ese “sí, pero no ahorita”.
Ese encuentro fugaz.
Ese maldito momento, esa chispa.
Ese me la estoy pasando bien, me la paso bien, pero tengo miedo.
Esa cobardía tuya,
Ese pavor,
Esa angustia.
Ese no me quiero arriesgar.
Ese susto.
Ese suspenso.
Ese “luego hablamos”.
Esa cita falsa.
Ese pretexto.
Estas ganas de tenerte cerca.
Siempre.
Estas ganas de explicarlo todo.
Siempre.
Este sentirme fuerte.
No siempre.
Y menos con tu actitud de “sorry”.

Fotografía por TolikTolik TolikTolik