Me duele que me dueles

Jamás imaginé que llegaría a sentir tanto por alguien y de repente aparece un tipo, un desconocido, que logró que me encontrara en su amor, un amor algo extraño, un amor lejano.

Después de tantos meses de espera, incertidumbre, te conocí, llegó el día en que nuestras almas se cruzaron, que te besé, nos besamos, conocí esa mirada que decía “te esperaba”, un amor que se fue transformando, que fue creciendo mientras la distancia se hacía más corta.

Tus caricias, esa sensación tan indescriptible, no podía esperar a estar solos en la habitación para hacerte saber cuánto te amaba, para provocar ese lado pervertido e irreverente que me encantaba, lograbas que mi cuerpo se estremeciera completamente, con cada poro te respiraba, no podía pensar en otra cosa, de hecho ni siquiera pensaba.

Entre jadeos y silencio se podía escuchar mi grito “hazme tuya” Podía sentir como mis pies se despegaban del suelo cada vez que me tocabas, abandonaba mi cuerpo y dejaba que te apoderaras de el mientras tú permitías que te hiciera mío.

Te confieso que por mi mente pasó muchas veces la locura de querer pasar contigo toda mi vida, que no me importaría despertar contigo todos los días, escucharte roncar y hablar mientras dormías. No me importaría que cada noche termináramos exhaustos de amarnos tanto y que a la mañana siguiente nos amáramos más.

Te quise demasiado y me duele que aún no pueda sacarte totalmente de mí, mi cuerpo, mi mente, de mi sexo; sigues en cada poro, en cada suspiro, en cada pensamiento.

Lo que más me duele es que me dueles.

Fotografía por Eduardo Pedro Oliveira