“Hola Ratón, cosa bonita”, me decías, y yo sentía asco. Los roedores del tipo que sea siempre me han dado asco. Una vez de niño corriendo hacia la puerta de la escuela vi una rata muerta y me caí desmayado de la impresión y el miedo helado.
(¿Quién eres? Las fotos son una porquería. Lo que dan te lo quitan.)
Ya dime.
Quién te puede olvidar Ali Macgraw, Steve McQueen es parte de mi vida. Y you are that, la divina garza. Siempre fuiste el único patrón. Cuando ya no me quieras y ya no estés conmigo, hay zandunga. El Covadonga es un bar fresa donde nunca pasa nada y la distancia es un barrio muy pobre.
En un museo te encontré en una piedra, en un dibujo egipcio. Trazabas en la danza, con tu cuerpo, la perfección del círculo.
Arquitectura árabe. Una danza se ejecuta. Muros de colores. Intercambios sutiles de curvas rectas, luego sexo salvaje.
Los remos, uno detrás de otro, entran y acortan la distancia, un ritmo pausado, orgánico, cada segundo con mayor precisión, específico a su modo, nada de símbolos: agua, madera, tú.
Manos de hoz, ganchos en el aire acompañando al cuerpo hecho un rasguño que se arrastra en el cielo, ella hace tai chi, parece un ideograma.
Licenciado en Literatura Latinoamericana (UIA) y pasante de Maestría en Etnomusicología (UNAM). Formó parte del consejo de la revista “El poeta y su trabajo” dirigida por el poeta argentino Hugo Gola. Fundó y dirigió la revista “Mula Blanca”.