Desearía salvar cada febrero y cada navidad,
Que cada amanecer siempre fue como volver a empezar
Que no sabes, María bonita, cuantos pedazos de mí,
Cuantos sueños e ilusiones, te dejé en ese andar,
Que, aunque quise salvarte, los girasoles ya no aguantaron tu ausencia
Y que cuando quise llorarte, ya no estabas cerca.
Que, si te abandoné, fue porque ya no estabas
Ni sentía tu aroma, aunque me abrazaras
Y todo se diluyó,
Se esfumó,
Se desapareció,
De poquito a poco, así como floreció
Ahora ni quedan febreros ni nos queda alguna navidad.
Y ya tampoco hay nada que salvar.
Pero me duelen las manos de no tocarte.
Fuimos de ilusiones, y citas a ciegas
Fuimos de mejillas sonrojadas, de miradas,
De subidas y bajadas,
Fuimos de disfraces, de aventuras,
Y risas en la cama.
Fuimos todo lo que ya no somos.
Mentiría con todo mi ser, María bonita, si te digo
Que no te llevas contigo, un pedazo de mi alma
Y que siento un vacío tan grande como el elefante
Que siempre me decías que le faltaba una pata.
Yo, que me sentía valiente cuando me mirabas a los ojos,
Ahora solo extraño verte caminar
Y tú vestido rojo.
Sé, que vendrán aeropuertos,
Amores nuevos, viajes en trenes,
Nueva música y otros quehaceres
Pero nunca olvides,
Que todos estos,
Fueron los mejores atardeceres.
Perdóname si no encontré otra manera de salvarme
Que no tuviese que ver con abandonarte.
Aunque tú, te hayas ido antes.
Fotografía por Thomas Listl
Me gusta el café.
Diseñadora. Biodegradable.