No te extraño a ti.
Extraño el falso reflejo, la belleza de la tragedia, esa morfina que llamamos desamor. Extraño la ilusión de sentirnos vivos y encontrarnos en los ojos de los otros. Deslumbrarnos con la obscuridad ajena — otro lugar donde escondernos —.
Huir. Huir para siempre.
Enamorarnos de un incendio para no dejar de arder. Masoquistas de ciudad. Amores modernos perdidos en la ilusión de libertad. Sedientos de placer, de dolor, de éxtasis.
Seguimos buscando… ¿Qué?
Incógnita permanente, ¡qué importa!
No te extraño a ti. Extraño tu cuerpo, tu verso, tus sueños, los sueños compartidos.
No, no te extraño a ti.
Extraño el sueño de lo que nunca fuimos.
Fotografía por Thomas Listl
Comunicóloga de profesión. Account Manager por destino. Psicóloga de ahuevo. Escritora por salud mental.