¿Cómo nació la idea de este libro?
Nació como homenaje a las horas y horas y horas que he pasado con las lectoras y alumnas de mis clubes y talleres de lectura.
¿Qué descubriste en el proceso de escribirlo que no imaginabas al inicio?
Descubrí que quería jugar. Yo pensaba que estaba escribiendo un ensayo divulgativo que poco a poco empezó a teñirse de ficción. Tuve que regresar entonces a las autoras y autores de los que yo lo había aprendido todo en clave juguetona y metaficcional: Rosario Ferré, Enrique Vila-Matas, J.M. Coetzee, Angélica Liddell, Miguel de Unamuno, Monique Wittig… Sí, quería jugar y jugué.
¿Qué partes tuvieron que quedarse fuera para que el libro quedara como está?
Se quedaron fuera algunas escenas sobre la bisexualidad de la narradora, y también sobre su alcoholismo. Son partes que, precisamente, tenían más que ver conmigo que con el personaje de ficción que había creado para la trama ensayística, la profesora Lectrice Santos. Así que tuve que amputarme a mí misma con tal de darle a ella su libertad de existir.
¿Qué conversaciones, lecturas, imágenes o sonidos se cruzaron en la escritura de este libro?
Escribí este libro en muchas etapas, entre la primavera de 2022 y las primeras semanas de 2025. Cada una de ellas requería una entrega diferente. Podría decir que lo más importante para su escritura fue haber dejado de beber alcohol en octubre de 2023. Eso marcó un antes y después en mi ambición y en mi manera de encarar el proyecto.
¿Hay una emoción o pregunta que lo atraviese de principio a fin?
Hay un propósito: el de invitar a leer con libertad.

¿Hubo un momento en el que sentiste que el libro cambió de rumbo?
Exacto. Al principio este libro no era más que un compendio de ensayos sobre determinadas ideas alrededor de la obra de Vladimir Nabokov, o sobre cómo leer al escritor macho después de nuestros aprendizajes como lectoras feministas, ahora que parece que por fin el canon empieza a abrirse a otras sensibilidades, cuerpos y géneros. Un día, sin embargo, empecé a corregir la primera de mis clases y me puse en el papel de una conferenciante que intenta explicar “Lolita” a alguien que nunca lo ha leído, o peor: que ni siquiera sabía de su existencia. Y de ahí la pregunta: ¿cómo sería un mundo sin “Lolita”? Eso me llevó a crear todo un mundo nuevo, una realidad en la que aparentemente un suceso mágico ha borrado a ese libro de la tierra. ¿Cómo recuperar lo que ni siquiera sabemos que existe? ¿Y no es ese, precisamente, el trabajo de toda lectora feminista en nuestro tiempo? ¿Cómo recuperar lo que fue olvidado injustamente? Mi ironía, supongo, fue la de hacer que olvidáramos lo que todos conocemos. Quizá así el mensaje, la metáfora y el juego calarían más.
¿Cómo cambió tu manera de leer o de mirar después de terminarlo?
No estoy segura. Sigo intentando entender qué poso ha dejado en mí. A veces necesitas una lectura ajena para entender lo que has hecho tú.
¿Qué autorxs te inspiran últimamente y qué encuentras en su forma de escribir?
He vuelto a leer a Federico García Lorca. No puedo leerlo sin llorar. Me parece increíble su capacidad para emocionar, su ritmo arrollador. No es de este mundo.
¿Cuál es tu restaurante favorito y qué nos recomiendas pedir?
Creo que no tengo restaurante favorito. Quizá alguno de mi barrio. Pero prefiero guardármelo, que ya hay suficiente gentrificación en Sant Antoni.

