¡¿Una editorial independiente más?! Pero, ¿qué? ¿Están locos? En estos tiempos de rampante capitalismo… ¿Un romanticismo más? Sí, algo así. Nicolás Cuéllar y Raúl Aguayo, en un impulso de idealismo —o quizá, debido a su juventud divino tesoro— inician Dharma Books un 28 de agosto del 2016 con unas ganas desbordantes de publicar esos libros que te hacen sentir vivo. Obviamente, todas las inseguridades de por medio, pero ¿Y tú crees que si me acerco a tal escritor me escuche? ¿Ya viste que tal escritora nos mandó su libro? ¿Y si creamos portadas bellísimas? ¿Y si contratamos a una editora? ¿Tener una oficina? ¿Ir a Frankfurt? Y así, en efecto dominó, un impulso llevó hacia otra y otra oportunidad y otra. “Obviamente la hemos regado / no dejamos de aprender / estamos siempre preguntándonos / es como la eterna definición / cómo decidir línea editorial / y así sucesivamente”.
Lo increíble, y no en un tono de inverosímil sino de hecho maravilloso, es que la genuina pulsión de hacer las cosas de la mejor manera ha desencadenado como una atracción hacia grandes plumas, experimentos interesantes, libros únicos y cada vez más bellos (en su totalidad).
Entre las publicaciones están: Estación Aldebarán de Rosa Durán (2016), Cinécdoque de Luis Reséndiz (2017), Balara / Asgard y otros poemas de Roger Santivañez (2017), La posteridad de Juan Alcántara (2017), Naturaleza Muerta de Miguel Cossío Woodward (2018), Évelyn de Inti García Santamaría (2018), Aquí el silencio no descansa de Enrique Urbina (2018), algo tan oscuro que no tiene nombre de Andrea Alzati (2018), Llegada la hora de Karla Zárate (2019), Mínimas Despedidas de Lorea Canales (2019), Las buenas costumbres de L.M. Oliveira (Combate a 10; 2019), Un hijo virtuoso de Jaime Mesa (Combate a 10; 2019), Todas las fiestas de mañana de Miguel Cane (2019).
Y ahí vienen los que vienen —también en este 2019—: El caníbal ilustrado de Antonio Ortuño; Matate, amor de Ariana Harwicz; Un montón de escritura para nada de Sara Uribe.
Es correcto: la apuesta es por la literatura: a lograr entregarle (entrarle) al dharma literario, de ser posible. Por lo que, habemus poesía, novela, relato, ensayo, artículos e ilustración. Ya vendrán las traducciones, ya vendrá cualquier género literario (por inventarse) que toque la puerta.
Y para obtener una probadita del contenido de narrativa, y un poco de la poesía, les presentamos las últimas publicaciones de(l) Dharma:
Número 1. Las buenas costumbres de L. M. Oliveira
Las buenas costumbres es el último libro de L. M. Oliveira, pero también es el primero. Es parte de la colección Combate a 10, un reto donde un grupo de escritores toman su primera novela, o una novela escrita diez años atrás, para reescribirla.
Luis Oliveira escribió Las buenas costumbres por primera vez en el 2009 como Bloody Mary. Es la nueva novela con la historia de Sebastián (Esteban) que, en el recuento y reconocimiento de diferentes momentos de su vida, va entretejiendo sus raíces, concretando su carácter y apropiándose de su voluntad. Así como el protagonista de la historia tiene dos nombres, esta novela tiene dos grandes intentos, Bloody Mary que es un primer acercamiento osado y febril, y Las buenas costumbres, ya una concreción madura, sosegada, con la voz de un narrador al que no le interesa su protagonismo, sino que se centra en la historia, en profundizar en los detalles e ir dejando claro lo que va sucediendo en una relación padre e hijo. Con Las buenas costumbres Oliveira nos entrega la versión más honesta del narrador de esta historia, quien al verse envuelto en dicha honestidad no le queda más que también entregarse al dolor y a la belleza de cada suceso que se le presenta, lo arremolina y lo va convirtiendo, cada vez más, en un hombre consciente de su carácter humano.
“Mi institutriz se llamaba Mariana, tenía veinte años, la recuerdo con su vestido blanco, que era como su uniforme. Me ayudaba con las tareas: resolvíamos ecuaciones y memorizábamos poemas. Cuando terminábamos, si Mariana no tenía que leer un libro o escribir algún ensayo para la facultad, charlábamos en la mesa del comedor. Ahí preguntaba sobre Sebastián y su tristeza. Según ella, se la pasaba encerrado. Las pocas veces que lo había visto, parecía tener el semblante taciturno. Yo le expliqué que así eran sus días. Y sí, desde que se fue Carmen, Sebastián pasaba más y más tiempo encerrado en su estudio. Eso sí, en las noches salía de fiesta y cada tanto invitaba a sus amigos a jugar póquer y beber. Pero en general se dedicaba a la lectura. En aquel entonces estaba obsesionado con la historia portuguesa de los siglos XVII y XVIII. Solo hablaba de aquello.” (102)
“Mariana volvía de la universidad pasada la hora de la comida. Se bañaba y subía a preguntarme si quería ayuda, siempre con su vestido blanco. Llegaba al cuarto con el pelo suelto y mojado. Recuerdo que ese gesto me enloquecía, pero no sé por qué, quizá me la imaginaba en la ducha. Lo cierto es que el vestido blanco acompañaba muy bien su cuerpo. Yo solía esperarla con un libro en la mano, para impresionarla.” (103)
Number two. Évelyn de Inti García Santamaría
Inti, que nació con la poesía en la boca, nos desborda —una vez más— con este poemario de versos desbocados, llenos de vida: peces que salen del agua y nos pescan a nosotros, nosotras —las lectoras, los lectores— con anzuelos a los ojos. Évelyn es una enunciación o manifiesto que cuestiona hasta líquido amniótico de la realidad (al mismo tiempo que antimanifiesto, que antienunciación; la antipoesía más poesía que nunca). Y, antes de seguir con el alardeo, mejor acudir hacia sus versos:
Elvis del Perú
Un poema sin justificación. Un poema que renuncie, en primera instancia, a la visibilidad. Un poema que no responda al juicio de las redes. Estoy en casa y cada uno de los gestos que hago lo hago para nadie. Elijo recostarme o sentarme o quedarme de pie para nadie. Esta noche dormiré solo. La libertad con la que elijo mi posición para dormir es la libertad con que me gustaría escribir un poema. (19)
(De) tripas corazón o en el número tres. Matate, amor de Ariana Harwicz
Una de las apuestas que más emocionan a la editorial —“porque, simplemente, nadie más estaba apostando (todavía) por ella en México” (cuenta Nicolás)— es Matate, amor de Ariana Harwicz, una novela cruda, visceral, pero y también, verdaderamente profunda y compleja. ¿Qué mujer, madre de familia, está dispuesta a confesar esas emociones que le revientan al perder su identidad como mujer, al ser madre de familia? La narradora-personaje en un arranque continuo de honestidad que solo va in crescendo hasta casi… (mejor leerla)… es una novela que te estruja con el instinto de la verdad:
“Me recliné sobre la hierba entre árboles caídos y el sol que calienta la palma de mi mano me dio la impresión de llevar un cuchillo con el que iba a desangrarme de un corte ágil en la yugular. Detrás, en el decorado de una casa entre decadente y familiar, podía sentir las voces de mi hijo y mi marido. Los dos en cueros. Los dos chapoteando en la pileta de plástico azul, con el agua a treinta y cinco grados. Era un domingo víspera de día feriado. Estaba a pocos pasos de ellos, oculta entre malezas. Los espiaba. ¿Cómo es que yo, una mujer débil y enfermiza que sueña con un cuchillo en la mano, era la madre y la esposa de esos dos individuos? ¿Qué iba a hacer? Escondí el cuerpo adentrándome en la tierra. No iba a matarlos. Dejé caer el cuchillo. Fui a colgar la ropa como si nada. Abroché bien las medias de mi bebé y mi hombre. Los calzoncillos y las camisas. Me miré como una campechana ignorante que cuelga ropa y se seca las manos en la falda antes de entrar en la cocina. No se dieron cuenta. La colgada de ropa fue un éxito. Volví a recostarme entre troncos.” (9)
Dharma Books & Publishing está intentando hacer las cosas diferentes: lanzando certámenes de poesía para nuevas voces y, también, de narrativa; convocando a las plumas de mujeres (porque parece que son más cuidadosas con su trabajo, entonces habría que alentarlas más). Reconociendo a la literatura mexicana, propuestas vivas y viscerales; aunque nada es garantía. Pero la apuesta ya está, y las ganas ya revientan la pecera directo hacia el inmenso mar de posibilidades por explorar.
Para adquirir los ejemplares de la editorial puedes hacerlo en varias librerías de la CDMX o en la tienda en línea aquí mero: https://www.kichink.com/stores/dharmabooks
Fotografía por Pierre Wayser
Soy editora y lectora. Más lectora que editora. Me dedico a ver las posibilidades de que un texto salga a la luz. Esforzándome al intentar la objetividad en cuanto a resaltar los atributos que voy reconociendo en un escrito. Además, realizo un poco de promoción de los libros con los que me he involucrado, también algo de administración de la editorial en donde soy parte; y escribo. Aunque esto último aunque me cause tanto trabajo (esfuerzo) no lo veo como un trabajo pues todo mundo sabe que, escribir supone una gran dosis de dedicación, en comparación con el cómo es valorado dicho esfuerzo.