Cada día que pasa, recuerdo mucho el zumbido del aire entre mi oreja y mis audífonos, siento la brisa del mar entre mis dedos y me observo bajando una enorme colina hasta la arena.
Una voz con acento Argentino me grita, el sonido proviene desde la cocina y me trae de vuelta hasta la gran casa con arcos rojos y macetas de Fernet, camino sin parar y me topo con los grandes ojos de un felino, ese mismo que siempre averigua mi siguiente movimiento.Las botellas de cerveza del día anterior se encuentran en el suelo, me recuerdan la ultima vez que estuviste aquí. Tus cejas estaban más tupidas que de costumbre y tu voz sonaba particularmente más suave. De ahí viene ese sentimiento de angustia.
¿Cómo te encontrarás? ¿Tu mamá seguirá cocinado Lasagña? Espero que si, era deliciosa.
Un escarabajo se ha posado sobre mi mano, ese escarabajo me indica que es hora de seguir, de no parar o descansar un solo momento. Lo he estado pensando frecuentemente. Sería un escaparate especial en el centro comercial, ese que nadie toca.
¿Qué pasaría si apretamos el botón rojo? ¿Se detendría todo cómo en las películas o sería un catástrofe? Las dos cosas son inciertas, o que si es verdad es que ya no hay más comida en la nevera.
Hace tiempo me mudé con mi madre, ella es un poco robusta y lleva el cabello con pequeñas ondas en la frente, así como las olas del mar. Cuando quedé desempleada, ella me dio alojo y me brindo una frase sustanciosa para asegurarse de que mi estadía no fuese tan duradera como la barba de mi profesor de artes: “Una vez que termine ésto, te vas”, cuatro meses después, no he descifrado el significado de “esto”, pienso que la fecha limite debió ser postulada con alguna metáfora extraña, pero no me molesta entender mucho acerca de eso.
Hace días que me siento mal y comienzo a pensar que no importa el lugar, la hora, el día… cuando un individuo está podrido por dentro, no habrá inyección que lo cure. Hoy mi inyección fue la repostería, ¡Vaya perdida de tiempo! ¿Cuántos gramos de aprecio necesitaré para lograr estar en el punto adecuado de mi vida? Tú sabes, el punto de “bienestar” que te ofrecen en los medios, comparado claramente con el término “felicidad”. Me urgen kilos de azúcar en el alma para ablandar todo y dejar que la amargura de la soledad no carcoman mucho más mi corazón.
Lo he intentado de todas las maneras posibles, entre charlar con almas pasajeras hasta encabezar los periódicos con noticias, tales como: “Joven soltera se exhibe entre aplicaciones de citas, sin éxito posible”, muy largo, así no me lo enseñaron en la universidad. Entre más me aferro a la idea de encontrar el amor ideal, miedos brotan como arañas en parto. Y simplemente no puedo detenerme. Pero, qué ganas de acariciar otra piel que no sea la mía, de invadir una habitación por aventuras, de voltear de re-ojo y sentirme segura. Tal vez es más de lo que pido, quizá es mi reprenda por siempre ser tan abnegada ante el amor.
Desearía no estar tan rota para la vida, no contar con tanta carga y muertes sobre mis hombros. Cuando él murió solo deseaba que alguien me inculcara de toda culpa de frente, solo bastaron susurros para convertirme en asesina.
¿Cuanto tiempo deberé esperar? ¿Acaso estoy tan enferma que no lo he sabido apreciar? ¿Merezco la eutanasia por eso? Si todas las respuestas son a mi favor, quiero declararme culpable para obtener mi propiedad. No todo es tan fácil.
Soy comunicologa, fotógrafa, escritora empedernida que se esconde en un pequeño pueblo de Veracruz sin acceso a internet.
La mayoría de mis fotografías son retratos y ensayos que salen de mi cabeza de vez en cuando. Prácticamente desempleada que desea vivir de su arte, pero que también comprende la realidad de contar con alimento y ser victima del capitalismo/consumismo.