Según Charlie Kaufman hay números que te persiguen en la vida, como la marca del chicle en tu pantalón que nunca se quitó por completo. O como el sabor del rábano sin condimentos que perdura con el tiempo. O la sensación desagradable de confundir wasabi con guacamole.
¿1, 9, 6, 8?
El día 11 de un mes incierto un dron nos espió por la ventana.
La casa que visitaba de pequeña.
La fábrica a un costado de mi escuela.
El cumpleaños de mi mejor amigo.
Mi aniversario.
La edad que tenía cuando me mudé de ciudad.
A los once me predispuse a experimentar emociones y sensaciones fuertes, únicas y tal vez irrepetibles. Al hacerme consciente de mi conciencia fue tarde para mis recuerdos más viejos y austeros, me parece que se encuentran escondidos debajo de aquel tapete lleno de polvo que solo veo en sueños y que no estoy segura de su existencia. Tampoco recuerdo el rostro de esa mujer que me habla y nos juró compartir vida en la infancia, no sé cuántos once he dejado pasar sin hacerlos propios de mi historia.
Pero qué razón tenía Charlie.
Fotografía por ikebanalena
Creo que tengo el síndrome de Peter Pan