¿Tendré que conformar con sólo verla, saludarla de vez en cuándo?, ¿algún día tendré el valor de darle la tarjeta en la que le declaro mi amor?, ¿esa que ahora mismo está en mi billetera haciendo telarañas?

Esta mujer delgada y frágil que es una mesera altamente sonriente está cambiando el curso de mis días. ¿A dónde más me ha llevado esta visita constante y repetitiva a esta pub?

Si le entrego la tarjeta puede asustarse y temerme, puede que no entienda el verdadero significado de la tarjeta y piense que soy un mafioso o algo así. Le daré la tarjera cuando lo considere necesario o las circunstancias lo permitan. He decidido. O es el miedo quien ha decidido por mí.

Ella baila “where is my mind?” de los Pixies mientras regresa a su área de trabajo. El Pub es el cielo.

Apago la laptop, cubro la cuenta y me marcho caminando. He olvidado cuándo fue la última tarde que puede compararse en belleza a esta. Me doy la vuelta para ver el Pub que va desapareciendo a mis espaldas, atrás de él se levanta iluminada por focos amarillos la iglesia de la virgen de los Remedios. Remedios, pienso en el significado de la palabra remedios. La tarde es naranja, tranquila, me reconforta caminar por atrás de la UDLA y escuchar el ruido del aire cuando choca contra las hojas de los árboles. En uno de esos árboles enormes hay cientos de urracas graznando. Parecen interpretar una ópera de Wagner. Algunas de estas aves pintadas de negro se marchan cuando me acerco y me quedo contemplando el concierto aéreo. Creo que hoy soy un personaje creado por Haruki Murakami y he abierto la puerta a otra dimensión.

Fotografía: John Kilar | Instagram