(Diciembre, 2015)
Después de cuatro años en esta hermosa y fatídica relación he comenzado a dejar de preguntarme qué somos.
Jamás te lo he preguntado abiertamente y jamás hemos sido lo suficiente loquequieras para decir somos novios/amigos/amigos con derechos/sin derechos/pareja/compañeros de clase/etc, ah porque eso sí, siempre hemos navegamos las aguas con bandera de amigos a pesar de que esa bandera nos quedó chica desde el principio.
¿Que por qué ya no me lo pregunto? Porque ya no me importa poseerte de nombre, a estas alturas de la vida (que en conjunto hemos construido) donde ya hablamos en plural y todas las mañanas nos lavamos los dientes mientras vemos la cara del otro en el espejo ya no importa qué seamos sino cómo lo seamos… y creo que lo hemos estado haciendo bastante bien.
Así que despreocúpate cuando te diga tengo algo que preguntarte porque no tendrás que buscar un calificativo que englobe el vivir juntos, como amigos, que no son novios, pero se quieren, pero no es nada serio, pero son exclusivos, y hay celos, y muchos besos, pero obvio nada.
Volveré a preguntarme qué somos el día que mis mañanas ya no huelan a café recién hecho, que comiences a lavarte los dientes sin mí, cuando no sepas cuál es mi sabor de malteada favorito y no me nazca escribirte cosas bonitas, en ese momento, cuando dejemos de ser un nosotros y nos mudemos a otro no-lugar es cuando volveré a preguntarme qué somos.
Fotografía: Valentina Varas
Me (des)enamoro seguido para poder escribir.