Qué tal si no estaba muerto y despertaba en la oscuridad. Sería un castigo inmerecido morir asfixiado tres metros bajo tierra. Tampoco quería que los gusanos internos se lo comieran mejor chamuscado. Fue por eso que el tío Persino decidió que lo cremaran. No le tenía miedo a la segunda venida de Jesucristo ni a las sentencias. Polvo del polvo, moléculas carbonizadas sin derecho a la resurrección. A mí me vale madres.

Las tripas le crujieron cuando vio el cuerpo desnudo del tío Persino a punto de entrar al horno. ¿Es él, joven?, ¿quién sabe?, ¿quién sabe?, ¿quién sabe? Para mí que se hace el muerto y quiere morir quemado.

Fotografía: John Kilar | Instagram