El padre había ultrajado el orgullo de muchos y esos muchos querían venganza, venganza y muerte contra la descendencia del “maldito”, de lo contrario habría un embrujo de hambre y sequía en la siguiente generación de Persino. El varón mayor se resignó a ello desde la infancia, por eso primó el despilfarro y una vida entregada al arte (con sed de eternidad) en sus andanzas, para que al llegar a la edad del sacrificio: salvase así a su estirpe de la miseria, calmando con esto el rancio rencor delos enemigos paternos. El hijo quería llevarse a la tumba una efímera sensación de vida y placer que ni los dioses antiguos pudiesen arrebatarle.

Fotografía: Michelle Owen