Chucho Maximino Persino trabajaba en los ochenta en la Procuraduría de justicia de Puebla. Tenía su oficina en el edificio central del bulevar Cinco de Mayo; años después yo ingresaría a trabajar ahí; a ratos me fue incómodo seguir sus huellas, pero el trabajo me terminó gustando, consistía en notificar intervinientes en procesos penales. Una vez en mi infancia, mi madre me llevó a visitar a Chucho Persino a su trabajo en la Procu; se notaba que tenía un puesto pedorro y ganaba bien; en uno de los libreros había una colección de pintores famosos; tomé una edición con la obra de Francisco de Goya; contemplar lo sangriento de su esplendor me hizo vibrar; sus gigantes devorando hombrecitos, los cornudos atravesando toreros; la guerra cruel e implacable con tonos oscuros, rojizos, apocalípticos; demonios volando con desesperación y hambre en una noche herida. Fue amor a primera vista. Aquella tarde descubrí una siniestra tendencia en mi que me seguirá leal el resto de los días. Encontrar belleza en el arte incómodo e insurgente. Debo agradecer a mi padre por haberme regalado aquel libro, fue un relámpago que me despertó carácter.
Fotografía: Leandro Furini
Fernando Percino es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha publicado cuentos en el suplemento cultural “Catedral” del diario “Síntesis”, la novela “Velvet Cabaret” (2015), el libro de cuentos “Lucina” (2016), el libro de crónicas “Diarios de Teca” (2016)y actualmente escribe el libro de notas “Volk” en ERRR Magazine. Fue miembro del consejo editorial de las revistas: “Chido BUAP” y “Vanguardia: Todas las expresiones”. Ha trabajado como funcionario público en la Administración Pública Estatal y Federal y se desempeñó en diversos puestos, por más de 7 años, en el ramo de las microfinanzas.