Sientes la lluvia y parece plomo, manejas la moto; tu visión es escaza, pero te aferras al movimiento; la carretera es una extensión del más bravo de los mares; caen relámpagos que estremecen con una blancura siniestra el horizonte, son los gritos dolorosos de un dios enfermo que pretende ahogarnos con su dolor. Manejas por inercia y sabes que parar resulta una actitud yerma, cobarde; te vas a mojar de todas maneras y no estarás avanzando. Estás en el periférico con sus amenazantes vías de alta velocidad, pero tú manejas despacito y ahora estás en Periférico, pero cuántas veces has estado igual, coqueteándole a la muerte con esos tráileres que pasan a tu costado a gran velocidad, y tú ahí, con las llantas empapadas; pero aguantas, eres paciente, hábil a raíz del tiempo y las caídas previas. Te las arreglas siempre para llegar sano y salvo a casa para abrazar a tu perro y gato.

Fotografía: John Kilar | Instagram