El “maestro” Persino regularmente fue un burócrata de nivel medio en los gobiernos estatales y federales de los gobiernos del PRI, luego, sus aires revolucionarios y la falta de oportunidades en el partido para escalar más lo obligó a cambiar de instituto político. En algún momento de mi niñez él no tenía chamba, pintó su coche, un Renault ochentero, como un taxi; salió a ruletear; sin ningún permiso oficial, claro. Él conocía muy bien la ciudad, aprovechó eso, hablo de una época sin Google maps, desde luego. Yo fui su copiloto, los usuarios que subían sonreían cuando me veían sentado junto al “maestro”. No consiguió mucho dinero en esos menesteres, pero fue divertido; alguna vez nos acompañó un hermano mío, uno que nació en Tlaxcala; mi madre solía molestarse con esas cuestiones, porque la relación de mi madre con el “maestro” terminó la primera vez, a causa de la infidelidad que ella misma descubrió en Tlaxcala. Al “maestro” Persino le encantaba hacer hijos por doquier, ya para mantenerlos, bueno, para eso los críos, cada uno, tenía una madre y el podía ir a pasear por el mundo sin mayor problema.
Fotografía: John Kilar | Instagram
Fernando Percino es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha publicado cuentos en el suplemento cultural “Catedral” del diario “Síntesis”, la novela “Velvet Cabaret” (2015), el libro de cuentos “Lucina” (2016), el libro de crónicas “Diarios de Teca” (2016)y actualmente escribe el libro de notas “Volk” en ERRR Magazine. Fue miembro del consejo editorial de las revistas: “Chido BUAP” y “Vanguardia: Todas las expresiones”. Ha trabajado como funcionario público en la Administración Pública Estatal y Federal y se desempeñó en diversos puestos, por más de 7 años, en el ramo de las microfinanzas.