Te pondré por ahí, en alguna parte de mi lado izquierdo. Guardaré tu imagen y tu nombre, las sonrisas que me regalaste y aquellas palabras que en algún momento fueron ciertas.
Formarás parte de mi historia y de vez en cuando te leeré sin ponerme lentes.
Iré a dormir y aunque sé que en las noches ya no estarás, me diré tu nombre, te rezaré y quizá te dedique un suspiro.
A veces querré volver a verte y otras, verte volver, pero los días pasarán y ya no nos estaremos diciendo alguna que otra confesión.
Harás de tu vida lo mejor, lo sé.
Y alguien, aunque hoy me duela -incluso escribirlo-, te versará al oído aquello que siempre quisiste escuchar.
A veces me lamentaré que esto haya terminado así, sin ruidos, sin ningún sonido de despedida y con todas las ganas de no saber qué hacer cuando te tenía frente a mí.
Lo sé, ya no sé qué más decir.
Ojalá las palabras se escribieran solas.
Ojalá leyeras las entre líneas de todo esto.
Ojalá pudiera verte otra vez, sólo para decirte que te quiero, aunque quizá eso no te haga querer volver.
Ojalá.
Fotografía por Jocelyn Catterson
El raro de la clase, fiel creyente del amor bonito.