No veo la trascendencia y sigo sin escuchar el aullido.
Cada vez más se aleja esa oculta necesidad.
Los fragmentos del sistema terminaron por acomodarse, ahora son pedazos inertes fluyendo como alusiones de un pasado que nunca existió y que forman parte de un tormentoso paisaje surrealista.
La soledad de estos parajes me recuerdan las piezas de piano que alguna vez escuché, acercando lo que siempre traté de ocultar.
La duda continua, pero la emoción se detuvo, respiré un instante y
me encontré otra vez ahí, oculto.
La locura es pasajera, me decías, un propósito en sí misma.
Así me hablabas, nunca olvidé tus palabras.
Saboreo mi café tibio y disfruto de buenos humos.

(Suenan ruidos subterráneos)

A veces olvido que sigues ahí y en días como hoy, esas memorias suspiran en mi boca, exaltantes. Siento tus labios cerca, tan cerca como antes, desnudando todo, recuerdo tu piel erizada y el fulgor de una pasión extinta por el tiempo.
Hoy no creo encontrar la ruta y los zorros se alejan dejando una fina huella, me aguardan, lo siento; pero aún no es el tiempo. Solo espero el aroma perfecto que embriague las palabras que pronto escribiré.

Suena el altavoz y el frío de la terraza me obliga a entrar, el murmullo del aeropuerto a medianoche me recuerda que debo tomar el vuelo.