El infierno son los otros

Cuando Mariana se percató del colapso del Internet; y que todas las redes sociales sucumbieron de verdad todas sus mentiras y el ser que creó en ellas se enterraron en un espacio del que nunca volverían a salir.
Con rabia y tristeza supo que los cuantiosos cheques, las innumerables facturas que recibía a cambio de mostrar sus pechos abultados, su trasero envuelto en látex y luces led, así como sus piernas contorneadas y delgadas luciendose sobre sus pequeños pies, ya no valdría de nada en un mundo que se había sumido en el silencio, en un paro total.
¿Qué hacer ahora?

Su rabia se aceleraba porque ya no podría hablar con ese hacendado de Guadalajara que siempre le compraba fotos de sus pies cada que le marcaba: pies en la fruta, pies en el agua, pies en desnudo.
Y ni hablar de los universitarios de Monterrey, ellos le pagaban su actual renta, y ya no tenían forma de comprarle sus videos desnuda; mucho menos tenía forma de mandar y cobrar el contenido en las plataformas de Only Fans® & Private® que ante el inminente apagón vinieron a demostrarle que su amor, no era real, no era tangible, en realidad, no tenía nada mas en su vida, llenándose así de terror ante ello.

Acabada en la sala de su lujoso departamento en La Condesa, se lamentaba de haber dejado la carrera de odontología, de haberla terminado, ahora tendría un plan B, en lugar de haberse quedado como ahora está:
Sola, atrapada en la prisión que hizo de su cuerpo, y la ilusión muerta de cientos de miles de fotos perdidas para siempre en medio del cementerio de lo que alguna vez fue lo digital.