Al igual que lo nuestro, no sé por donde empezar este texto, tal vez porque sigo sumergiéndome en lagunas sin poder encontrar nuestro inicio para describirlo.
Tal vez fue ese jueves hace casi dos años, en aquel parque junto al hospital, no lo dijimos pero ambos sabíamos que sería un día importante. Subimos a uno de los juegos y te acostaste a mi lado, mi alma quería escaparse con la tuya. Y tal y como se veía venir hicimos aquel pacto para que estuvieran juntas, pero no puedo evitar pensar que de algún modo ellas ya se hacían compañía.
Quizá no fue aquel jueves, quizá es algo que empezó desde la vez que me aceleraste tanto el corazón con ese primer beso que no supe hacer otra cosa más que salir a correr. Como sí pudiera huir de lo que sentía, pero termine corriendo hacia ti, pues era lo que realmente quería.
Posiblemente nuestras vidas se enredaron realmente al poco tiempo de conocernos, cuando empezamos a atraernos mutuamente en silencio. Cuando tan solo nos decíamos la verdad en nuestros pensamientos, como si pudiéramos leernos la mente, haciéndonos un fuerte llamado cerebral a entrar en la vida del otro.
O acaso es una conexión de incluso antes de saber de la existencia del otro. Desde que eramos solo unos niños, pero que de algún modo el mundo se encogió lo suficiente para que fueran tus manos en las que quedara el perrito que perdí en mi infancia. Como sí hubiese un código en la matriz que dijera que debíamos toparnos en el camino.
Puede que este vínculo nuestro no sea coincidencia, quizá es algo más allá de nosotros. Tal vez empezó con esa fuerza invisible a la que llamamos destino, que hayamos estado conectados desde siempre; y que el universo sea un conspirador de situaciones para encontrarnos en el laberinto de la vida.
Cada posibilidad es tan solo una gota del mar que es ahora mi cabeza, no sé como, no sé cuando, no sé por qué mi vida está hoy unida a la tuya. Solo sé que doy infinitas gracias al momento en que el cosmos conectó nuestras vidas, tu le trajiste las estrellas a mis noches, el sol a mis días nublados, y la música a mis bailes mudos.
Fotografia por ecka’s echo
Escribo porque un rayito de sol moreno me hizo sentir que era capaz de hacerlo.