Durante el invierno de 2017 trabajé en un restaurante en Ciudad Juárez. Mi compañero en la cocina era un hombre de cuarenta y cinco años, delgado, ojos saltones, moreno, calvo, mirada sincera. Durante el tiempo que trabajamos juntos me contó mucho sobre su vida: era divorciado, tenía cuatro hijos, dos de cada matrimonio, era alcohólico y su primer esposa estaba muy delicada de salud, así que salía temprano para ir a verla. Un día, a la mitad del servicio de desayunos, sonó su celular y lo contestó, asintió un par de veces. Después de colgar me miró fijamente y me preguntó: ¿qué significa terminal?
Fotografía: Dima Semenovykh