Después de tanto tiempo lejos por fin volvimos a tener palabras en común, líneas borrosas que no dejaban nada claro y que venían con la firme idea de no saber qué hacer.
Era algo nuevo para mi,
el verte así, cómo en una cita.
Era algo que me sacaba de mi zona de seguridad y me hacía morderme las uñas.
3:15 aunque tenga que esperarte,
porque siempre llego tarde, pero esa tarde,
mi cuerpo ansiaba con locura el contacto,
y mis ojos necesitaban llenarse de esa luz que tienes en la piel.
Que te juro que cuando te vi fue mágico,
todo el cuerpo reaccionó al estímulo que siempre ha provocado tu presencia en mi
y sentí que, fundidos en el abrazo,
dimos la vuelta al mundo,
flotando.
Tan lejos de todos,
pero a solo 5 centímetros del piso.
Horas juntos y al mismo tiempo el reloj nos alcanzó
y los trenes nos llevaron por caminos diferentes,
quisiera que al mismo destino.
La vida se pasó lento,
no hubo motivos,
se torno aburrida y el color se fue apagando.
No te quise dejar ir,
no quise que me soltaras, pero no te agarre.
Te fuiste porque fue la mejor opción. ¿Te imaginas?
¿Tú y yo?
Fotografía por Patricia Ruiz del Portal
Todos los días hay ideas sueltas en mi cabeza esperando las conexiones mágicas que hacen artista al escritor.
Trato de amarrarlas, no quiero dejarlas ir. Pero las ideas vuelan a otra dimensión, las personas se van, las palabras no se quedan marcadas en ningún lugar.
Soy alérgica a mi fruta favorita, como si yo misma me propusiera para el sacrificio, como si quisiera matarme para obtener placer, como si necesitara del desamor para escribir mejor.
Escribo con la esperanza de que un día vuelva, con la disciplina de un gato. Escribo por si nunca vuelve, y sin querer que me lea.
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