Sentada sobre la arena, estaba yo sobre la arena blanca. Recorriendo mis
pies, la arena blanca, regresando a su montón. Un poco se queda adherida a mi piel. Se adhiere tan cabrón como tu mirada en mi nulo uso de la razón.
Debo sacudir el exceso de ti, pero a veces disfruto el resto pegado a mí. A veces, a veces tengo que sumergir mis pies en el mar para poder quitar
rastro de aquellas múltiples extensiones de granos de mineral, incluso me han raspado cuando debo frotarlo con la palma de mi cálida mano.
Con viejos amores es algo parecido, un sinónimo colectivo.
Tan fácil que es sumergirse en el agua para limpiarte. En cambio, yo soy
esclava de mi fobia: sumergirme en el agua.
Fotografía por Richard P J Lambert