Aquel momento en que nada ocurre.
Una bardita sola, brisa de noche, ruido de playa, color rojizo en la piel.

Arena suave, horizonte libre, tu voz tan dulce, y olor a sal.

Una estrellita solitaria intentando robarse la noche.

Que al menos quede el recuerdo. El tiempo que pasamos despacio, que los minutos poco a poco nos fueron dejando, el tiempo que nos quisimos deprisa. Que nos venia asechando. Donde tú destacabas del Mar que inquieto ofrecía su mejor vista.

El sonido de tu risa, que intentaba disfrazar el viento. La luz tenue que adornaba la plazuela. Tú esencia. Un Martes desierto en que tú y yo paseamos cerca de las 10 haciendo un lado la consciencia. Un Viaje fugaz. Un beso sincero en la boca. El querer volver a ese parpadeo que me detuvo el tiempo. Donde no necesitábamos más compañía. Esa forma en que me distraías, que Cambiabas mi paisaje.

Una charla honesta y café.

Un miércoles que me toca correr y esperarte. Mientras divago con metáforas intentando apenas poder definirlo todo. Y guardar una esperanza humilde. Que es lo único que queda.

Fuiste mi lugar de destino después de todo.

Fotografía por Jocelyn Catterson