Placer Tortuoso

Pensé que sólo era otra tonta pelea más, donde tú llorabas, dabas media vuelta y yo tenía que ir corriendo a tomarte de la mano y no dejarte ir. Tú gritarías “suéltame” y nuestro enojo cegaría el amor bonito. ¿Qué te constaba intentarlo? Era nuestro día a día.

Esa noche hacía frío y en cuanto di la vuelta entumecí, sentí vaciarse una cubeta de agua fría por mí espalda. No importa, sirvió de camuflaje para mis lágrimas. Y claro que tenía ganas de buscarte y decirte que no te debía una disculpa, pero tampoco quería terminar esto porque, aunque no es mi fuerte demostrártelo, sí te amo, claro que te amo. Pero es este orgullo, este maldito orgullo que no nos deja conocer la plenitud. Voy a cambiar. Lo prometo, ¿sí?

Nunca pasó por mi mente que esa noche iba a ser la última vez que te dijera: “se acabó”. pues creí que esa frase había perdido significado con tantas veces que lo dijimos, ¿no crees?

Por favor créelo porque, aunque mi boca pronunció “vete si quieres”, al mismo tiempo mi corazón se aferraba a ti, rasguñando cada parte de tu piel. Siempre era así porque sabía que ibas a volver, yo iba a volver.

Después de meses y tantas veces escucharte decir que tengo la culpa terminé por creerlo, y como en todas las ocasiones que me buscaste, ya estabas con alguien más.

¿Debo esperar a que rompa tu corazón para que yo vuelva a ser tu motivo? Porque sí, cuando estabas con alguien yo era el que tenía que esperarte y no debía estar con nadie más, claro que no; yo debía estar en la banca.

Mientras eso sucede yo procuraré hacerme fuerte, construir un muro que impida volver a encontrarnos, pues, aunque deseo lo nuestro esto me hace daño. Quiero arrancarte de mí para poder estar tranquilo y dejar de soñarte, porque hasta en mis sueños logras un manto de melancolía y con cada “hola” hieres mi alma como cardo. Me gusta cómo duele.

Cada que vuelves eres otra, yo soy otro, cada vez nos hacemos más daño, pero con esa sed de tus labios, con esa ansiedad de nuestros cuerpos, en serio me vuelves loco.

Entonces esto se convierte en intervalos y así han pasado años hasta que en verdad te fuiste, y no porque ya no me buscaras porque sí, sí lo hiciste, pero ya no eras completamente tú, alguien había robado tu esencia.

Y el muro que había construido se vuelve de papel, cuando me llamas no puedo decir no, aunque sé que en cuanto te mire empezará la masacre, uno tras otro irán cayendo mis sentimientos ante tu oscilante afecto, y yo cederé sabiendo que tus intenciones no son estar conmigo, pero seguiré creyendo que un día volverás. Tú quién se queda dormida con cada película en mis piernas, la que besa mi frente y me dice no te vayas.

Lo sé, yo sé que volverás.

Fotografía por Katie Silvester