Me prestaste tus pies para saltar
me empujé desde tus plantas y vi la sombra del sol.
Entre tus brazos escuché nidos hacerse en lámparas,
aprendí de construcciones y esquinas,
me dejaste ver la grúa mover aquella pieza
y desde tus entrañas me supe humana.
En tus pies contra el piso frío,
en tus pies fríos contra mis piernas
y tu mano en mi espalda
tu frente en mi frente
y mi frente en tu frente.
Me supe humana en tus besos,
en la sinceridad
y así desde tu realidad me contaste cuentos
del mar y de la paciencia.
Me pegaste a tu pecho:
hiciste que tus latidos me durmieran,
quemaste las palabras innecesarias.
Pintaste un fondo blanco detrás de mí,
despertamos enojados.
Sinceridad entre tus pupilas y las mías,
tus suspiros me supieron a tristeza.
-Los dos sabíamos que estabas rota, yo también lo estoy-
Abismo contra vacío.
Ciegos contra ahogados, sin saber correr ni con manos que escalar;
rompimos los tejidos de la cordura
en secreto
en silencio
que no nos escuche el otro
que nos sintamos en la mecedora con el jardín al frente.
Coseché macadamias de tus codos,
y en tu silueta se escabulleron mis labios;
tus pies contra el piso frío;
tus pies fríos contra mis piernas.
Encerrados con miedo a la noche
esperando el amanecer para creer
en nosotros
en ti
en lo que me contaste
en tu sombra
en nosotros.
Sin nombrar aquello que existe
en tu realidad y en
mi ficción;
en tu realidad y en mi ficción.
Cuentas que los zorros aman,
que los bebés representan a Europa y que las cuevas dan cordura.
No hay que darle paso a la eternidad,
mi sabor a fresa rompe con la posibilidad de tu disolvencia.
Ven a hervir los pasos dados y no escuchados,
ven a romper el silencio
respírame y así,
con los pies contra el piso frío:
y tus pies fríos contra mis piernas.
lloramos
se rompió tu
estructura.
Y así te supe cercano,
te extrañé sin haberte dejado de abrazar,
nos supe separados: rotos.
mis pies contra el piso frío…
mis pies fríos contra tus piernas.
Fotografía: ding ren