-Detente cuando tus impulsos no estén de acuerdo con tu mente-
Se lo decía a si misma mientras corrían las llamas en las serpenteantes maderas.
-Quémalo todo-
Fue el pensamiento primario.
Aquel que vagó por la vereda, el paso que firmemente dispuso a dar.
Mera existencia humana.
Aquella que obliga por instinto a impeler un corazón.
¿Quien podría culparla de ser daltónica cuando su prospección estaba
disfrazada en las nubes con un descarado arrebol?
Meramente química.
Llegó a la resolución de una combustión capaz de acabar con vestigios ensimismados
de una tonalidad truncada de su encuentro.
¿Quien diría que el oxígeno en sus alvéolos sería capaz de provocar incendios?
Resplandecía en el tacto su hallazgo.
La anafilaxia de un sentido incapaz de discernir.
El despliegue de la atrofia agudizó su piel
y su respiración nutrió el ascua.
Músculos y sangre convirtiendo el azúcar en movilidad.
La prerrogativa de su invalidez
fue el sentir el carmesí devorando su ser.
Fotografía por Pierre Wayser
-Soy romántica en el sentido de que presento al hombre como debería ser. Soy realista en el sentido de que lo sitúo aquí y ahora, en este mundo.-
#Rand