(O eso es lo que quiero creer)
Mírate, haz conseguido empaparme de tu ambigüedad, las manchas en tu espalda tienen un holor a cenizas, tu desordendo pelo hace juego con tus dos piernas derechas, por ser zurda y tus lunares forman constelaciones en todo el cuerpo. Toda tú, llena de imperfecciones que te hacen una maravilla, toda tú, llena de interés por simples tonterías cómo el amor. ¿Es que no te das cuenta? Siempre te perseguirá.
Te escribo porque ya te siento lejos, no puedo descansar. Disfruta de mis dos piernas izquierdas que yo soy diestro. Después te regresaré todas tus letras sin sentido, por ahora quiero verlas hasta en mi sopa.
Me causas fiebre, la manera en la que te desprendes de grandes ideas por pensar en amor me enferma. Haz hecho que mis mañanas se vuelvan cálidas, pero yo amaba lo frío le las mañanas, no me dejas estar solo en la noche, conoces bien lo que puedo pensar.
Te diré que te amo y no lo sentiré, te llamaré a las 2:30 para recordarte que lo intento y te haré llorar como no tienes idea. Nos perderemos para después decirnos el uno al otro que no podemos encontrar la calma. Será nuestra historia de nunca acabar.
No te quiero querer, de hecho te pensaba odiar. Odio tener que darte mi tiempo para intentar sentir algo que no existe mientras te sientas a reírte pensando en lo equivocado que puedo estar, detesto la forma en la que mueves levemente hacia la derecha tus labios mientras tus cejas se levantan para conseguir lo que quieres, caigo.
Quiero decirte que te puedes quedar, ya verás que uno de los dos tiene razón, pero si tú la tienes, quiero que me hagas arrepentirme. Quiero sentir cada palabra que tu boca ha dicho y realmente caer en lo desconocido.
Fotografía: Valentina Varas
No sé cuántos años tengo.
Si lo posteo es porque alguna vez lo sentí.
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