No tienes idea de cuánto deseo no haberte conocido.
Me tienes encerrada entre la idea de escapar o de quedarme entre las palmas con las que acaricias mi pelo.
Las manos que me han soltado para tocar otra piel.
La piel que ha tocado otra piel. No mi piel.
No tienes idea de cuánto deseo no haberte conocido.
Me tienes encerrada en la idea de quedarme, o huir para siempre de mi corazón.
Tú, mi corazón.
Una geminiana-cholita-ñoña-kawaii que apenas está empezando a entender que el tiempo es un concepto, y yo, una idea.