Me salí a ver la luna llena, y al observarla pensé en ti, en tu cara que, al verla llena de pecas y lunares , me parece que he caído en una noche estrellada.
Mi nave aterrizó en esa peca que está por encima y a la derecha de la comisura de tus labios. Puedo jurar que en la entrada a la atmósfera de tu cuerpo, me dio un olor dulce que te hace especial.
Después de acampar cerca en tus labios, me decidí a salir a explorar, pude caminar en esos relieves de tu rostro, y ver la constelación de las pecas de tus mejillas.
He podido conocer ese universo que siempre ves con esos ojos que quisiera estar mirando, e hice una parada en ese lunar cerca del cuello que quiero besar.
Al cabo de unos días de navegación me fui a tu espalda, deambulé hasta aterrizar, ahí sería mi segunda parada. Pasé todo el día recorriendo tu espalda, pero, al llegar la noche llegué a tu espalda baja, y creo que quiero quedarme a vivir aquí, la vista desde acá no se puede describir.
Quiero pasar la noche aquí, ya que el trayecto para llegar ha sido muy largo.
Instalé un campamento cerca de tu columna vertebral, no fue tan cómodo, lo tomo de pretexto para partir, y el día de mañana, como cada noche, con cada luna llena, será tiempo de volver.

Vivo con el sentimiento a flor de piel, lo que me ayuda a revolucionar mi sentir en letras.