D’ la metáfora nace el amor

Ayer mismo había tenido miedo de ofrecerte toda mi vida.
Ayer tenía miedo de tus recuerdos visitando mi cuerpo, mi cama, mis espacios vacíos.
Ayer tenía miedo de admitirte extraño para extrañarte.

Tú, que entre mis manos brillas.
Tú, que en el sol me encuentras.
Tú, que en La insoportable levedad del ser te escribes.
Tú, que sigues visitándome de a ratos entre letras y agua.

Ayer tenía miedo de tu espacio en mi ser, pero te has vuelto finito.
Tocándome en cada sombra que refleja mi piel.

Y te extraño entre mis sábanas.
Y te suelto entre ellas.

“Con las metáforas no se juega, el amor puede surgir de estas”.

Que las metáforas de tu ser presente me sirvan y me sean suficientes para cuando despierte y no te encuentre aquí.
Cuando el viento te lleve.
Cuando no me veas más.
Cuando me borres de ti.
Cuando un libro me recuerde, que ya no existes más.

No preciso más que tú presencia entre el sol, la vela y yo. Regresa cuando puedas, cuando seas libre.  

Y cuando no puedas, vuela.