Tan cruel es esta vida que nos tocó que nuestras almas rotas viven en diáspora
Tus gesticulaciones van acribillando viejas creencias del amor en la religión del ateo
Y tal como el zoroastrismo inspiro los cristianos, tú vas reinando a la tinta del poeta
Configurando mi antiguo testamento y recreando los diez mandamientos de mi pasión
Tan efímera fue tu presencia en mi jardín del edén que el fruto prohibido devore
Y tras eso cuarenta días y cuarenta noches solitario en el montículo de sabanas me quede
Y así el diluvio de tu llanto inundo las persianas que con mi sangre decore
Salvando esa pareja de neuronas binarias para nadar en el arca de tus caderas
Al final del día tu cupido aliado fue tu esbirro en liberar las emociones de tus dilatadas pupilas
Abriste el mar cósmico que atormentaba a mi deshumanizada constante de derrotas
Me transformaste en aquel milagroso ser que cargo con tu pecado y en cada clavo tu dolor se difumaba
Fue así que al tercer día mi pasión por tu figura renació de entre las lagunas de Hades
Y mis discípulos como nómadas fueron hablando de ti en cada rincón de esta blanca ciudad
Cada silueta supo de ti y como si fueran Abraham no dudaron de primogénitos por ti sacrificar
Pero lo que yo necesitaba era que el santo grial inmortal tu virginal figura transfigurara
Para convertirte en el templo de este ateo que se baña de la fe de tu tan suculenta mirada.
Fotografía por Gina Maragoudaki
Perpetuo, inefable y efímero individuo. Lo se, siempre contradigo mis aspectos, pero me gusta ser así.