Tengo certeza en la muerte, una luz imaginada, un sueño destruido y
nada más.

Ahogar este desamparo, pertenecerle a la otredad
Amor;
Fuego
que en él todo comienza, todo acaba
y nunca comienza y nunca acaba.

Espectro de mi propio final
ven,
extírpame el corazón, sangre
extírpame los nervios, sangre
extírpame las creencias, sangre
el infierno que solo tú puedes manifestar
desnudo.

Así en la totalidad de la nada, sé
hilos que ahondan y regresan lo necesario
frente al espejo en completo desgarramiento
huesos rotos, sangre
deconstrucción.

Frente a mí la altura
y la cobardía se me exalta
y se desmoronan todas las visiones en una.
Aliento.

Y he de morir, así, sin dejar más
ni nombres
ni glorias
ni recuerdos
he de morir las muertes que sean necesarias.
¡Oh grandísima Madre Noche, he de acabarme!

He de morir.
He de morir.
He de morir.

Qué gracia,
aquí yace mi verdad.
Pero no moriré sin haberme incinerado
estos fragmentos que soy
calcinados
oh Fuego eterno
y bailo y grito
bestia.

¡He aquí la hoguera!
¡Te miro a los ojos oh Muerte, oh Madre, y no te imploro nada!
¡Yo que nací en oscuridad, me desprendo del lenguaje y ofrezco mis lágrimas a los tiempos venideros, alzando mis restos a los abismos celestes!
¡Oh grandísima creación, mi final que no será más que un pestañeo, será olvidado y eterno!
¡Eterno el olvido!
¡Eterno mi fin!
¡Altísimo el Fuego, ven a mí!

Fotografía por Martin Canova