El tiempo es relativo.
Es un misterio, un futuro incierto.
Y un golpe de realidad muy cabron.
Nos enseña a dejar ir a la mala las cosas que por un momento nos hicieron inmensamente feliz.
Te rompe la madre una y mil veces, para que aprendamos a sobrevivir, a no quedarnos estancados en lo mismo, te grita una y mil formas, las cosas que no son tú destino.
Aunque es duro el golpe, pero en muchas ocasiones certero, aprendemos.
Entendemos la palabra: “merecer”
¿Qué es lo que realmente merezco?
Y es ahí dónde buscas respuestas y aún no las encuentras del todo, hasta que tocas fondo y te encuentras a las 3:07 de la mañana, preguntandote que chingaos hiciste mal!?
Escuchando “Tocando Fondo” de Ricardo Arjona, echandote la culpa en todo.
Levantarte a tus labores diarias, fingiendo que no pasa nada, que tú vida es “perfecta” mientras por dentro estás hecha un cagadero de emociones.
Tus amigos creen que eres la más fuerte del grupo, que todo puedes superar, que nada te duele.
Aunque por dentro estás deseando escapar, abandonar todo, ser libre de tus propios fantasmas, soltar aquel gran amor que ya nunca podrás tener más.
Pero sólo te quedas ahí inmóvil, fingiendo y diciendo: “Si wey, ya todo está olvidado, Next, la que sigue”
Sabiendo en el fondo que no es así, que no has tenido nada de nada, con nadie desde hace meses, que esos escritos siguen siendo para la misma persona, que esos estados e indirectas siguen la misma línea, y sin encontrar respuesta.
Es dónde decides, armarte de valor e ir a enfrentar el mundo en libertad, sin ataduras del pasado, sin temores mal fundamentados, y sólo te dedicas a soltar y vivir.
La echas de menos, pero sabes que ella es más feliz así.
Y tú serás feliz de la misma manera, sin lastimar a nadie, y sin lastimarte a ti.
Sólo te quedas en la orilla de tú cama, observando hacía la nada, diciendo:
Chale! Tiempo al tiempo. Te pones tu pijama, tu playlist favorito y sueñas.
Fotografía por Martin Canova