Parado, amargo, casi occiso, un bulto de carne y hueso, la vida pasaba junto a mi pero no conmigo.
Una ola azúl mataba las ideas acedas, mis ideas.
Se paseaba frente a mí, se reía y yo colapsaba al menos una vez a la semana.
El tiempo carcomía mi piel de manera indolora pero triste.
Pasaron las semanas y el azul de volvió mi favorito.
Cómo patada de muerto ahogado me vi en una bar frente a la cabellera azúl, sonriendo patéticamente y ella con elegancia.
Toxicidad poco elevada y termino en su cama, volvió la luz a mí, el canto de los hombres felices y el azúl lo invade todo.
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Resignado, sólo y patético.
Dónde las palabras en el orden adecuado se vuelven un asesino imparable, cobarde y letal.
Fotografía por Martin Canova
Perdido, embarrado y sucio ente la sociedad.
Apenas me puedo verme al espejo.