Me cago en el amor.

Los últimos meses he parecido una bola de ping pong entre relaciones efímeras que mantienen las expectativas muy altas y al final no se convierten en nada. La calidad de soltero no se va, a pesar de todos los esfuerzos que hago.

¡Oh, qué guapa mujer! Y le gusta How I Meet Your Mother, seguro que podemos llevarnos bien.

Las aplicaciones parecen una buena opción para alguien tan tímido como yo, hasta que se volvieron una amenaza, ahora me preocupo por el rechazo de gente que ni conozco. Mi mayor deseo se ha puesto en mi contra y ahora estoy entre la obsesión y la depresión. Derecha o izquierda, depende a donde se desliza el pulgar es la puerta para interactuar o perderse en el mar del internet. 

Las inseguridades crecen, se acentúan: ¿qué foto es la mejor para dar la imagen que quiero? ¿Quién quiero ser, qué quiero que vean de mí?

Ningún like hasta ahora, parece que no le intereso a nadie, otra noche vacía.

Deslizo a la derecha tratando de obtener una respuesta entre cuarenta chicas que se presentan al azar en mi pantalla, algunas sin información o sin nombre, nos guiamos por fotos que bien pueden ser editadas o llenas de filtros y pequeñas frases que intentan mostrarnos quién es el otro. Avanzo a ciegas entre algoritmos y configuraciones que se aseguran de mostrarme a las mujeres a mi alcance en un radio de cincuenta kilómetros, de entre veinte y veintisiete años, que les interesen los hombres, en la descripción de mi perfil encontrarán una o varias razones para dar a la izquierda (que significará un no) o a la derecha (que es un sí) y que podamos interactuar.

Cuando el match aparece todo depende de los mensajes, los stickers. Dar el tono correcto es un arte que no conozco y si soy poco hábil para la interacción presencial, en línea es un poco peor. Aunque estemos protegidos por una pantalla no lo vuelve más amable.

Ahora busco a tientas un amor  interactivo que brinque de la pantalla y se convierta en algo que se pueda tocar, besar, sentir, querer. 

Me cago en el amor, en quien no me corresponde, en quien sí lo hace de una manera desmedida y en quien corresponde pero no tiene una pizca de interés en hacerlo tangible. Mientras tanto sigo con el rostro alumbrado por la pantalla, caminando sin rumbo entre el bosque de personas, esperando encontrarme con alguien, que seguro está en las mismas condiciones que yo.

 

Ejercicio hecho para la clase de Enunciación y voces del relato.