He cambiado de trabajo 6 veces asegurando cada vez “este nuevo trabajo me hace feliz”; la felicidad no duró mucho.
Probé dos denominaciones diferentes de la Fe y 3 iglesias diferentes; no encontré la felicidad.
He buscado la felicidad en las relaciones y me di cuenta que otras personas no pueden hacerme feliz.
He buscado la felicidad en la prescripción de medicamentos; despilfarro de dinero y toxicidad inútiles.
He buscado la felicidad en el alcohol; me emborraché (Alcohólica social; por supuesto).
He buscado la felicidad en el Esnobismo de la “Cultura Fitness Dismórfica, Crudi-vegana; Vegetariana, Macrobiótica”; cuadro severo de anemia y desnutrición.
He buscado la felicidad en la acumulación compulsiva de “zapatos y ropa” que no necesito, egocentrismo y presunción vacías… Deudas eternamente infinitas.
He buscado la felicidad en la falsa careta de “Una vida perfecta y envidiable en las Redes Sociales”.
He buscado la felicidad en la falsa y errónea práctica del “Positivismo” (Teoría filosófica que considera que el único medio de conocimiento es la experiencia comprobada o verificada a través de los sentidos); abusando del “exceso de pensamiento mágico pendejo”.
Antes de darnos cuenta, hemos buscado una vida de felicidad sólo para descubrir que nada duró.
La felicidad se encuentra en el día a día las cosas pequeñas. En una buena taza de café o té, en una buena conversación; un trabajo bien hecho, un día soleado, un día de lluvia; encontrar la belleza que te rodea por estar despierto y atento.
La felicidad se encuentra en una cama cómoda, en el abrazo y la sonrisa de la gente que amas, en el perdón del resentido que te ofende, en un buen libro que te nutra el conocimiento y el espíritu, en la emancipación de uno mismo.
El Secreto de la Felicidad radica en la plena decisión de ser feliz, al percatarse y aceptar que nada tiene que ser más de lo que ya es.
Fotografía: Terry Magson
Hola soy Rebeca y soy “Mitómana”, amante de la pseudología fantástica, dotada de bastas habilidades patológicas para poder transgredir los límites entre la vulgaridad de la manipulación y el fino arte de la persuasión. Con el único y exclusivo fin de lograr que las personas apuesten a mi favor, convencidas que es para su propio beneficio.
Aunque en realidad yo le tengo alergia a las mentiras…