El escritor tuvo un sueño. Escribía un libro de relatos, pero no cualquier libro, ¿sabes? Era el libro más hermoso.
Terminó de leerlo y sonrió tanto que se tiró a llorar. Lo compartió con editores, amigos y amigas, su familia. Lloraron tanto que acabaron sonriendo.
Un libro hermoso, los titulares decían. La gente lloraba, sonreía y se vendía, ese libro se vendía. El escritor ganó montones de dinero, la gente no paraba de leer y emocionarse, lo lloraron y sonrieron tanto…
El escritor despertó. A su lado, una libreta con sus hojas en blanco. Un boli con la tinta nueva. Afuera, la lluvia arreciaba y las goteras lo mojaban todo.
Recordó su sueño y sonrió. Las lágrimas se le agotaron la noche anterior. No sonreía hace semanas.
No había libro, amigos, editores, lágrimas ni sonrisas.
Fotografía por Alberto Polo Iañez
Escribo y escucho demasiada música para sentir que esto es real y que además le sucede a otros. Mi trabajo se influencia por toda esa música, el futbol, las drogas que otros se toman, lo mal que me relaciono con los demás, las veces que me equivoco y lo que quisiera cambiar.
Además dibujo y eso complementa mi trabajo literario.
He colaborado en muchas revistas digitales, un fanzine y un libro.