Jugamos a ser Josefina y Napoleón

No puedo burlarme de los enamorados porque pertenezco a ellos… fue lo que conteste cuando mi madre y abuela decían que la hija del vecino Juan estaba perdidamente enamorada y había escapado la noche anterior con su novio; jamás creí verme en esta situación otra vez, pensando, fantaseando, escribiendo, suspirando, viviendo con el estómago, el corazón y el alma llena de la presencia de alguien.

La primera vez que estuve enamorada, me rompieron el corazón en muchos pedazos, diminutos, no me quedaron ganas de volver a hacerlo… viví caminando entre personas sin alma, jugando por la noche ruleta rusa, esperando no volver a abrir los ojos, pero quedándome estática, mirando cómo todos se movían en cámara rápida, abandonando al que declaraba su amor, oh aceptando su amor, para poder sentir que aún era parte de lo que mueve el mundo… el amor.

Me case algunas ocasiones, creyendo que podría filtrar mi nostalgia y finalmente con lunas de miel podría confiar, pero no, jamás me sentí diferente, coleccione anillos; llegaron a preguntarme cuantas veces lo había hecho, solo sonreía y decía, más de las que me gustaría admitir; cuando creía que sería diferente, como una maldición desaparecía el sentimiento y solo seguía cayendo en algún lugar que no conocía.

Como iba imaginar que todo eso se convertiría en un trago amargo que parece nunca existió, creo que solo podemos estar enamorados de un solo ser, a pesar de sentir atracción, comodidad, agrado, etc., por otros, en realidad no es ese amor puro que mi alma emana cuando te veo llegar por el andén, desaparece todo sonido y el tiempo se me detiene, ya no me interesa lo cursi que se puede escuchar.

Para cada uno es distinto, para mi es amor es leerle para que después vaya a dormir, el amor es desear que sea libre y nunca cambie por mí, el amor es tomar té, con frío y con calor, el amor es jugar con una baraja, el amor son los besos que nos damos en la oscuridad, el amor es la luz roja de la habitación, el amor es compartir los audífonos en el metro, el amor es abrazarnos, el amor es las plantas que crecen en el jardín, el amor es merendar besos y porros, el amor es bailar, el amor son cajitas para guardar nuestros secretos, el amor es hablar de feminismo y recordarte, lo es todo si el amor lo comparto contigo.

El amor se puede volver todo lo que uno desea y hasta lo que no se imagina, pero quien soy yo para juzgar a la hija del vecino Juan, si mi amor estuvo aún más prohibido que el de ella, desde el momento en que la conocí, sin ser necesario el canto de la sirena ya estaba atrapada en su hechizo, mi alma y mi corazón son eternamente suyos.

Como Josefina y Napoleón, que se amaban, pero no era correcto su amor, en nuestro caso, ya no importa lo que digan, escaparemos como la hija del vecino; ella es una Sirena y yo soy Napoleón.

Fotografía por Alison Scarpulla