La ultima vez que nos vimos estabas crudo, no lo sabía. Debí suponerlo, era 25 de diciembre.
Cuando estás crudo te pones más horny.
Pasamos el rato, como siempre.
Al bajar de tu auto caminé hacía mi casa, lentamente. No quería entrar, estaba disfrutando la noche y pensaba el lo que acababa de ocurrir.
Me sentía extraña, sabía que en serio me gustabas y a la vez me cagabas.
Sabía que nunca tendríamos algo serio y como funcionan los encuentros y el amor erótico esto sería breve, cualquier día terminaría. No nos volveríamos a buscar.
Me sentía consternada, siempre me resulta dificíl entender como funcionan las personas.
Iban a dar las 12:00 de la madrugada.
Tenía en la cabeza el tono de tu voz hablando francés, tu estúpida risa al ver tus estúpidos vídeos virales. Pensaba que igual y no podríamos congeniar, pero insistía en que podría ser.
Recorrí la calle en dónde vivo, me quedé viendo la ventana.
No quería entrar aun.
Me tendí en el pasto, y observé el cinturón de Orión.
El vasto vacío, el cielo negro.
Tú y yo, tan insignificantes.
Mi problema contigo, tan insignificante.
Fotografía: Emilio Ramírez
La curiosidad mató al gato.