La infancia la perdimos en los bares
queriendo ser adultos cuanto antes,
hundiendo el corazón bajo los mares
de besos con alcohol y estimulantes.
Los años derribaron los altares,
supimos que el amor no va de amantes,
que Dios no se aparece en bulevares,
que hay llantos disfrazados de diamantes.
“Y qué se le va a hacer” digo a un amigo,
“la vida es una broma de la muerte,
vayamos a reírnos en su ombligo
Fotografía por Santo
El raro de la clase, fiel creyente del amor bonito.