Lamento congelar tu alma y destruir tus castillos,
Aún sigo sin entender en que momento comenzó este viaje sin retorno. Sigo sin comprender en que momento encendí tu amor y le di alas a tus sentimientos.
Te quiero, te quiero infinitamente.
Hay una confianza implícita en mis actos hacia ti y siempre encontraré consuelo en las palabras que sueles escribir.
Los kilómetros no suelen ser distancia cuando tu compañía está latente. Cuando tu número revolotea una y otra vez por la pantalla de mi celular.
Pero de nuevo estoy condenada a este amor no correspondido, dónde esta vez soy yo quien no ama. Entiendo el malestar de tu alma, yo también lo he sentido y lamento ser la causante de toda esta enfermedad, de este extraño síndrome del desamor. Lamento condenarte conmigo a la no reciprocidad.
Tu despedida momentánea dejó una marca extraña y profunda, dónde extrañarte se hizo cada vez más constante y se convirtió en un síndrome de abstinencia por ti. A pesar de que extrañe nuestras charlas con palabras raras e incomprensibles y caminar por Santiago hablando de arte. Sé que tienes que partir.
Porque hacerte daño nunca estuvo entre mis planes.
Porque lastimarte nunca fue premeditado.
Fotografía por Santo
Déjà vu andante y dramaqueen de tiempos libres. Diseño, me gusta crear y a veces escribí @hoyestoyraro