Hoy solamente quiéreme

Ayer soñé después de mucho tiempo con ella. Nos casábamos solos bajo el Golden Gate. Me hablaba como si me conociera de toda la vida y adivinaba lo que pensaba. Por momentos yo no decía nada y ella decía lo que yo pensaba. Todo era muy real, pero porque adivinaba lo que yo pensaba me daba cuenta que era un sueño. Entonces le decía que estaba soñando y me abrazaba con mucha ternura y me decía, “deja ya de llenar el mundo de vacíos”. Todo era tan coherente. Me daba cuenta y le decía: “Mejor vámonos a comer”, pero ella me respondía: “ Ya no, así somos felices” y me despertaba. Al otro día volví a soñar con ella. La llevaba en los brazos torpemente y nos metíamos en un cabaña donde nos esperaban todos, amigos, familia. Pedía disculpas y nos refugiábamos en uno de los cuartos de piso de arena. Nos tirábamos al suelo y la abrazaba con intenciones de cogérmela. Pero ella me frenaba, sin fuerza, con paciencia: “Ya no, hoy solamente quiéreme”. Luego salíamos y todos, amigos, familia estaban en la playa. El mar estaba cerca y rugía cada vez más fuerte. De pronto una ola nos borraba sin tragedia, con dulzura.