Tu voz es una gran escopeta y tus palabras enormes balas listas para ser disparadas.
Tus caricias afiladas, delgadas garras salvajemente preparadas.
¿Y yo qué tengo?
Una mirada lastimada
con decepciones bien cargadas.
Dinamita de rencores y municiones de dolores.
Subamos al ring, ¡estoy listo!
¡A morir!
Tiras el primer zarpazo,
como siempre un golpe bajo.
Después un derechazo
de celos mal fundados.
Esquivo cansado, algo mareado.
Quedaste al descubierto, es mi momento.
Demasiado fuego en mis palabras
acalambran tu garganta.
Un disparo de sarcasmo y un codazo de rechazo
me tumban al suelo y busco su consuelo.
Estoy de pie y no pienso perder.
Cada queja me demuestra
que tu no estás contenta.
Cada bala que disparo
me rebota a cada rato.
No te puedo ganar, no te quiero desangrar.
Llévate la gloria y alardea tu victoria
Yo me voy de aquí, yo me voy al fin…
Fotografía por Francesco Sambati
Tropezar en la dirección correcta es la única manera de avanzar.