En memoria de mi padre

(1968-2020)

El comienzo de nuestra familia fue algo muy duro. Eran tiempos difíciles en donde muchas veces solo comíamos una vez si bien nos iba. Otras tantas no había dinero. Teníamos muy poco. No teníamos ropa más que la que llevábamos puesta.

Mi padre era un hombre llamado Charlie Kaufman nacido en el año de 1968. Tal vez las circunstancias de la época no le permitieron estudiar pero siempre fue un hombre inteligente y trabajador. Para mis siete años ya se las había ingeniado para construir la casa y un huerto para mi madre. Era una casa muy pequeña, de una sola habitación. Teníamos una cama improvisada que todos compartimos, pero éramos muy felices: ya nunca más dormiríamos en el suelo. Estando juntos, las noches dejaron de sentirse tan frías. Con el tiempo comenzamos a cosechar nuestros propios alimentos. El rábano era de mis vegetales favoritos.

Mi madre nunca dejó de amarlo. Era la esposa modelo que hasta sus últimos días apoyó a su marido. Solo ella sabe lo mucho que le costó a mi padre calmarnos el hambre y darnos un techo.

Madre: ¿Alguna vez escribirás sobre nosotros?
Hijo: Siempre que lo hago, se trata de ustedes, mi familia es mi positiva experiencia.

No me da pena tomar inspiración de la situación o de las condiciones en las que vivimos.

Ni siendo pobres sufrimos tanto como cuando mi padre enfermo.

La pobreza no nos preocupaba. Para nuestra familia el amor siempre fue el ingrediente más importante.

Incluso cuando mi padre enfermo y comenzaba a vomitar por la habitación, nos quedamos a su lado. Toda la familia lo apoyaba. En ocasiones, un dron nos espiaba por la venta: era mi hijo preocupado por su abuelo. Era muy chico para estar ahí y mi padre prefería que no lo viera así, en esas condiciones.

Pocos días después, mi viejo murió.

Charlie, fuiste el mejor padre, un gran ser humano. Aún después de tu partida te siento a mi lado. Eres mi motivación. Me diste la vida y el ejemplo de cómo es que tengo que vivirla. Forjaste a un buen hijo. Por ti soy un buen hombre. Eres la razón por la que hoy escribo.

Fotografía por Fernando Sarano