Ojalá pudiera entender la necesidad de que me veas, ojalá yo comprendiera porque te busco, aún lo analizo en terapia, la incomodidad con mis hombros tan ligada a tu ausencia, la inconsciencia al econderme porque no estás, porque no estuviste.
A veces me siento a ver lo que escribes, nada para mi, solo para el Dios de tus entrañas, ojalá yo tuviera lo que él tiene, ojalá me amaras, ojalá no me negaras, ojalá llegue el día que tu me invites y no sólo yo a ti.
Eres esa figura imposible que tapo con letras y hombres, a quien levanto en enojos y un poco de lástima, no lo defino, te quiero y sólo eso.
Como se quieren unos zapatos, para salir con ellos y ser admirada, para que no me hagas falta en una fiesta, para que todos sepan que te tengo y para que adornes mi figura, así, no importa lo incomodos que puedan ser, no importa si tengo que sostenerlos fuerte para que no se me salgan, así los quiero, para enriquecer mi neurosis y por fin entender que no me haces falta.
Quizá si te hubiera tenido hace tiempo que ya no te quiciera, quizá si hubieras estado hoy yo supiera porque pasé la vida escuchando que era mejor que no estuvieras, pero no fue así.
Me engañe muchos años comprando la idea de tu madre y hermanas esperando asimilar lo grandioso que era no vivirte, hoy espero que cuando mueras ya no me duelas.
Un día tuve uno como tú, como hubiera querido que fueras, a él no le daba vergüenza tenerme, a él le gustaba que yo le llamará, a él lo amé muchísimo y la vida me lo quito, al que me hizo felíz, al que sí me amaba, al que me abrazaba, al que no huía.
El no me quería dejar, y tú que aún me tienes no me quieres ni imaginar, que ironía.
Fotografía por Eduardo Pedro Oliveira
Escritora, psicóloga, curiosa y observadora, documento mis días en fotos y letras.
Lo que más disfruto en la vida es la sensación del agua en mi cuerpo, la emoción de aprender algo nuevo y la música en vivo.