De vuelta a dentro

No confío en las personas que sonríen todo el tiempo, sin embargo, tengo muchas amigas que hacen eso. Tampoco confío en los hombres que hablan serios de política, es raro, he dormido con algunos de esos.

Esto de conocerse, involucrarse y mirarse a los ojos es un ejercicio viejo y sobrevalorado, no he tenido una plática profunda en meses y aunque no he delirado por eso, sí la quiero.

Extraño las noches de fiestas largas entre desconocidos que terminaban en medio de un jardín hablando de arte y música, locos de ruido y sueños, así éramos, no habían pasado más de 6 horas y ya nos habíamos confesado y resuelto.

Hoy los sueños de ese tiempo nos agobian entre cuentas, ruidos de coches y poco tiempo, ya no somos dueños de nuestras nuves, al menos yo ya no, respiro lento entre meditaciones buscando la paz que tenía hace unos años, la fluidez de mis ideas, lo relajado de mi cuerpo, la falta de prejuicios y el brillo de mis ojos.

Cambió el mundo, se movieron algunos papeles, y entre la crisis estoy yo del pasado, bailando y cantando entre rock y jazz, recordándome lo fácil que es la vida cuando sientes más de lo que piensas, dándome fortaleza para seguir amando lo que hago, creyendo en mi juventud.

Ahí estoy, aún sonriente, entre ideas políticas y actos de amor, viendo cine de arte, cantando como Freddie Mercury y bailando como Mon Laferte, fluyendo con lo que sucede, volviendo a cuestionar, curiosa de los otros, tocándolos, mirándonos de nuevo a los ojos, sólo que ésta vez como en terapia, con todo el cuerpo, con el alma de por medio.

Me queda claro que la vida no da revancha, no existe la máquina del tiempo y tampoco el hada madrina, lo que si existe es mi creatividad, mi capacidad para reinventarme ante la neurosis, me doy cuenta de lo cobarde que me he vuelto y lo que dejé de hacer por miedo a otros, también lo que me obligue a hacer por miedo a otros, y justo en esa catarsis viene un recuerdo, mis ojos brillantes de esas fotos, las ganas de dormir tranquila, la emoción ante algo nuevo, después de todo, en la vida nunca es demasiado tarde para volver a ser.

Fotografía por anna li