De algo hay que morir

Si de algo hay que morir, que sea de acariciar tu rostro, de oler tu aroma, de sorprenderme de ti cada día, de leer las 1,968 palabras que te escribí en mi primera carta, de ayudarte a sacar los rábanos en nuestro jardín.

Si de algo hay que morir, que sea envenenado de ti y de tu gran afición por nuestra música, ahogado en tu enorme mar de emociones y en las palabras que nos decimos por las mañanas.

Antes de morir, quiero sentarme en este sillón sucio y roto a tu lado, disfrutar de un guión de Charlie Kaufman, comer lo que más nos gusta, cerrar mis ojos y saber que estuviste allí.

Si un dron nos espió por la ventana no importará, alguien sabrá que morí por ti mientras caía la tarde.

Si hay que morir, lo haré pronunciando tu nombre, agradeciéndote por estar aquí, diciéndote que siempre me tendrás.

Aún muerto, me tendrás.

Podría morir hoy.
Sin embargo, estoy aquí y te necesito.

Fotografía por Thomas Listl