El silencio sonámbulo que me persigue,
la sombra iluminada de las cuatro paredes,
refugio de llantos y revoluciones.
la repisa con sus fotos,
que se clavan firmemente en mi mirada,
los tenis Nike que se asoman,
la historia de la filosofía que no me suelta.
la esquina que me entiende,
las cortinas,
las cortinas que le hacen de escudo,
opresor de toda comunicación sanguínea.
-es mi cómplice, es mi compañera-
camino entre mesas y libros,
busco las ganas de vivir,
del otro lado de la cerca,
aunque ya le hacen cosquillas a mi nariz.
de frente, ahora, volteo,
del otro lado de la acera y me resigno,
¡mi vida esta tan iluminada!
Justo cuando estoy en las sombras.
luz y oscuridad,
dulce distractor de la omnibulencia,
miedo y realidad,
sagaces se hacen al pasar.
volteo abajo y veo mis pies,
que firmemente se aferran a este suelo.
la inmensidad me come,
y yo me alimento de interioridad,
espero vomitar algún dia algo que repare mis daños y los tuyos,
por qué creo que no soy egoísta,
prefiero decir que estoy ensimismada.
Y busco la verdad,
¿la verdad?,
Que a mis ojos se presentan más bien como mentiras.
Y vuelvo a comenzar,
por enésima vez,
volteo de nuevo a la cerca de enfrente,
tras las “transparencias” de mi ventana,
que me hacen ver todo tan lejano.
Y veo mi figura que se refleja,
y enseguida intento ver afuera,
-afuera-
y regreso a mí,
-adentro-.
por alguna extraña razón hoy prefiero estar adentro,
con mi cómplice de cuatro paredes,
que envuelven mis penas y revoluciones,
que esconden mi grandeza y mi miseria.
pienso aquí adentro,
¡anhelo tantas cosas!
espero algún día estar cerca de ti,
y que tu estés cerca de mí,
aunque tal vez sea hasta mañana,
por que hoy,
hoy prefiero estar adentro.
Fotografía: Tiago Almança